EL REVISIONISMO GUZMANISTA Y SU CRETINISMO PARLAMENTARIO
En el Perú, salvo decisión de última hora, el domingo 11 de abril de 2021, se realizarán elecciones generales en defensa del caduco orden explotador y opresivo.
Presidente, Vicepresidente y 130 Congresistas privilegiados, junto a una retahíla de funcionarios y subordinados obsecuentes, quedarán encargados de afinar la maquinaria que propulse la ya en marcha nueva reestructuración del Estado terrateniente-burocrático, sustentado en su fuerza armada reaccionaria, al servicio de la dictadura de las 2 facciones de la gran burguesía, la burocrática y la compradora, los grandes terratenientes y el imperialismo, principalmente estadounidense, con apoyo del revisionismo, en general, y del guzmanismo —es decir, del nuevo revisionismo peruano—, en particular; junto a toda suerte de renegados, oportunistas y plumíferos.
Esta nueva reestructuración del Estado peruano genera colusión y pugna entre las clases explotadoras, y entre éstas y sus cómplices.
A la situación política habitual en el Perú, se sumaron casos como los desvergonzados sobornos del conglomerado brasileño Odebrecht —parte del caso Lava Jato— que involucró a políticos, funcionarios y empresarios y arrastró a varios ex Presidentes a prisión, puso a otro en fuga y hasta se publicitó el ramplón suicidio del aprista genocida Alan García. Pero la cosa no queda ahí, se agudiza en medio de una profunda crisis económica, política y social agravada por la ineptitud política-administrativa, la corrupción generalizada y la malversación de fondos públicos; por la pandemia del covid-19 con su secuela de decenas de miles de muertes, muchas de ellas evitables, a causa de una pésima gestión de la emergencia sanitaria que terminó por anteponer la reactivación económica, los intereses de los dueños del Perú, a la vida humana, a la de los pobres en especial; y por la turbias negociaciones para adquirir vacunas y su delincuencial reparto inicial entre una camarilla de elegidos a dedo; todo lo cual, sumado, desencadenó un espectáculo políticamente casi macabro: entre otros, la sucesión de 3 Presidentes en un período cortísimo de tiempo; en la destitución de varios Ministros y otros funcionarios; en la represión y asesinato de manifestantes pacíficos; y en el encarcelamiento, tan arbitrario como aparatoso y propagandístico, de casi 80 miembros del Movadef.
Como prueba de la colusión y pugna en el seno de la reacción, dentro de la nueva reestructuración del Estado, bastaría mencionar los tires y aflojes generados por la Ley del régimen laboral agrario y de incentivos para el sector agrario y riego, agroexportador y agroindustrial entre las 2 facciones de la gran burguesía, y entre éstas y los grandes, medianos y pequeños terratenientes por defender sus intereses y recuperar el terreno perdido; sin dejar de lado el papel colaborador, predador, corrosivo y centrífugo que juega el revisionismo guzmanista en la lucha de clases.
Dejemos dicho que, transcurridas las elecciones y las vocingleras falsas promesas desparramadas durante la campaña electoral, prevalecerá la convergencia reaccionaria ya que, para reestructurar el orden estatal, sin dejar de lado la pugna por hacer prevalecer sus particulares intereses de clase o facción en la dirección del Estado, deberán esforzarse por alcanzar un transitorio pacto que acentúe la confluencia para desarrollar sus lineamientos generales en lo económico, político y social para poder acomodarse a los rápidos cambios producidos en el sistema imperialista mundial que incluyen, claro está, al neoliberalismo y la globalización; y, así, preservar y desarrollar su explotación y dominio dentro de un orden institucional que les permita enfrentar en mejores condiciones, según ellos, las agudas contradicciones que genera el desarrollo de las luchas populares.
Los planes del imperialismo —del estadounidense, chino, ruso o cualquiera fuere su tinte—, apuntan a reimpulsar la economía de mercado, lo que genera un enorme flujo de capital especulativo, violando las normas nacionales e internacionales. Con la privatización y liberalización del mercado como divisa abren nuevas áreas rentables y promueven una colosal concentración de capital y mayor plusvalía; por ejemplo, cuando los bienes públicos en poder del Estado fueron lanzados al mercado, para que el capital sobreacumulado, al menos durante un tiempo, pudiera invertir en ellos y reformarlos, lo hicieron para especular no para desarrollar una economía nacional ni una industrialización independientes, ya que el capitalismo burocrático es rentista y parasitario, sino para afianzar un sistema que se basa en la opresión y explotación de las masas.
En países semicoloniales y semifeudales como el nuestro, las grandes burguesías y los grandes terratenientes, bajo la batuta imperialista, se reorganizan a la par que aceleran y profundizan el desarrollo del capitalismo burocrático — forma especial de capitalismo que impone un país imperialista en un país atrasado—; esta profundización conlleva 2 cuestiones básicas: por un lado, despliega un proceso de industrialización que genera una industria cada vez más dependiente del imperialismo y, según el caso y la facción de la gran burguesía que dirija dicho proceso, una mayor participación estatal o privada, especialmente en las industrias llamadas básicas y en las extractivas; y, por otro lado, promueve, vía cambios en la legislación, una más amplia y profunda evolución de la propiedad terrateniente que implica mayor concentración de la propiedad de la tierra; mayor enraizamiento del capitalismo burocrático en el campo; mayor control directo del Estado sobre la renta territorial y el acicateo del gamonalismo, de formas serviles de explotación y de sistemas burocráticos de administración.
Dentro de este escenario se puede comprender mejor el proceso electoral en el Perú, donde el voto es obligatorio[1], y el nefasto papel jugado por los cultores del cretinismo parlamentario.
Antes de pasar de lleno al tema de las elecciones, debemos hacer, necesariamente, recuento de algunos hechos.
Como punto de partida, recordemos lo escrito en Sobre las dos colinas:
«Hace poco acaban de publicar un comunicado de un Frente nuevo que se llama «Patria Libre» este organismo es uno de los canales a través del cual el MRTA podría insertarse en la política peruana postulando a las futuras elecciones o amnistiarse y alistarse en el viejo Estado. Allí hablan de un Plan de salvación popular y que están por la paz con justicia social y el Gran Diálogo Nacional.
Sintetizando, el MRTA está avanzando en su camino capitulacionista y actuará más activamente contra la guerra popular en este reparto de tareas de la reacción peruana y el imperialismo, incluso se podría vender al imperialismo yanqui ahora que el socialimperialismo soviético está en bancarrota y las relaciones con Cuba son un tanto indefinidas y en crisis, ellos que siempre han aplicado bastón de mando tendrán que optar para enrolarse en la amnistía y el alistamiento por aniquilarnos vendiéndose al mejor postor, después de todo el APRA no es su única carta.»
Repárese en los siguientes puntos:
– un Frente nuevo…
– insertarse en la política peruana…
– postulando a las futuras elecciones…
– amnistiarse y alistarse en el viejo Estado…
– Plan de salvación popular…
– por la paz con justicia social…
– gran diálogo nacional…
¿Derivaciones?
– avanzando en su camino capitulacionista…
– actuará más activamente contra la guerra popular en este reparto de tareas de la reacción peruana y el imperialismo…
– se podría vender al imperialismo…
– tendrán que optar para enrolarse en la amnistía y el alistamiento…
– vendiéndose al mejor postor…
Reténgase en la memoria, y luego compárense esos puntos, uno por uno, con el plan trazado por el doctor Abimael Guzmán en su nueva línea política general, nueva estrategia, nueva política general, nueva línea de construcción y todo lo que deriva…
¡Lo arriba citado fue escrito en diciembre de 1991!
Una sonora cachetada propinada, con bastante antelación, al nuevo revisionismo guzmanista.
(…)
Doc en PDF (75 págs. en A5)
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