¡GLORIA AL DÍA DE LA HEROICIDAD!
35° ANIVERSARIO

Los prisioneros de guerra, como el personaje de la historia, siguen ganando batallas más allá de la muerte, pues, viven y combaten en nosotros conquistando nuevas victorias; su recia e imborrable presencia la sentimos palpitante y luminosa enseñándonos hoy, mañana y siempre a dar la vida por el Partido y la revolución.

Presidente Gonzalo
Perú, junio 1987

Reparemos bien en la cita y recordemos, no una sino 1,000 veces, el sentido de lo expresado, dice:

… viven y combaten en nosotros conquistando nuevas victorias; su recia e imborrable presencia la sentimos palpitante y luminosa enseñándonos hoy, mañana y siempre a dar la vida por el Partido y la revolución.

Aquel 19 de junio de 1986, los comunistas, los combatientes del Ejército Guerrillero Popular y las masas revolucionarias entrabaron combate, heroicamente, en defensa de la revolución y de sus vidas arrancándole lauros a la muerte y sellaron un hito de heroicidad combatiendo y resistiendo la brutal embestida de las abyectas fuerzas armadas reaccionarias al interior de las cárceles, en las que fueron Luminosas Trincheras de Combate de El Frontón, Lurigancho y el Callao.

La heroicidad, el valor, la bravura fue derrochada a raudales demostrando una vez más lo que son los hombres que genera la guerra popular, lo que son los hijos del pueblo armados con la todopoderosa ideología del proletariado: el marxismo-leninismo-maoísmo, pensamiento gonzalo.

Los heroicos prisioneros de guerra y presos políticos no se postraron de rodillas, no se escondieron en las sombras ni maldijeron la oscuridad; no llevaron a cabo hipotéticas «sucesivas y contundentes» huelgas de hambre tras las cuales no quedan magullados ni deshidratados; no lloriquearon por una «verdadera amnistía general», ni se lanzaron a negociar en pos de amnistía y alistamiento preparando su capitulación para servir al orden y participar en él tras una felona «reconciliación nacional sin vencedores ni vencidos»; no suplicaron por «democratización de la sociedad peruana», ni por «producción nacional y trabajo para el pueblo» abdicando del papel de Vanguardia organizada del proletariado ni de su rol de dirección, poniéndose a la cola de la gran burguesía; no suplicaron por la formación de una fanfarria encubierta bajo el manto de una pomposa «verdadera Comisión de la Verdad», ni se acomodaron para regatear en pos de otros «beneficios» de similar laya. ¡No y 1,000 veces no! No hicieron nada parecido a lo que Abimael Guzmán y el guzmanismo propalan a los 4 vientos; por el contrario, los prisioneros de guerra, armados con la ideología del proletariado, fieles a los principios y a las directivas del Partido, combatieron y resistieron a la reacción y sus fuerzas armadas entablando desigual combate; se inmolaron con valentía y bravura para dejarnos su recia e imborrable presencia en un ejemplo de heroicidad que algunos han echado al traste, traicionando principios fundamentales como las masas hacen la historia y la rebelión se justifica.

Con el combatir y resistir en las mazmorras de la reacción, el Partido demostró una vez más que es un Partido de nuevo tipo, un Partido militarizado, un Partido marxista-leninista-maoísta con su especificación en la ideología del proletariado peruano, un Partido capaz de resistir genocidios y seguir combatiendo; prueba de ello es que los héroes sobrevivientes y los nuevos prisioneros de guerra, después del genocidio de 1986, siguieron levantando a tope banderas rojas con hoces y martillos en las prisiones hasta transformarlas en sólidas Luminosas Trincheras de Combate.

Para refrescar la mente de los adoradores de las huelguitas de hambre, sin vencedores ni vencidos, recapitulemos los contundentes sucesos.

Partamos del hecho que siendo el prisionero de guerra un combatiente del Ejército de nuevo tipo dirigido por el Partido, aun estando preso, mantiene su condición de tal; es decir, es un combatiente y cumple las 3 tareas del Ejército de nuevo tipo: combatir, producir y movilizar.

Centrémonos en la tarea de combatir y hagamos un poco de memoria, puesto que al parecer algunos quieren hacernos creer que la están «perdiendo». Los prisioneros de guerra y presos políticos desarrollaron sucesivas luchas por conquistar y defender sus derechos, reiteramos, por conquistar y defender sus 2derechos y no por cambalaches y componendas, siendo una de las más importantes la librada el 23 de diciembre de 1982 en el Frontón, día en que los prisioneros de guerra se atrincheraron durante 5 días sin luz, sin agua ni alimentos ante una requisa de los guardias republicanos que los atacaron ferozmente. Los prisioneros de guerra resistieron heroicamente expresando su firme decisión de no permitir una requisa más, pues éstas significan robos y masacres. Esta lucha culminó exitosamente arrancando a las autoridades el reinicio de la visita de
sus familiares, que había sido suspendida. Fue con violencia revolucionaria que se arrancó ese derecho y no con necedades de plañidera, plantones, sentones ni conciertos virtuales puesto que los derechos se conquistan y defienden con sangre y no con lágrimas.

Posteriormente se dio un salto cuantitativo y cualitativo y se plasmó la lucha conjunta de las 3 Luminosas Trincheras de Combate: el Frontón, Lurigancho y el Callao del 13 al 16 de julio de 1985 logrando la firma de un Acta de 24 puntos en la que se les reconoció la condición de presos especiales, como un paso al reconocimiento de su condición de presos políticos, conquistaron con lucha revolucionaria que se les reconozcan las libertades y derechos Constitucionales legalmente establecidos por la presión de las propias luchas populares, de donde se derivó el derecho a la autoadministración y a vivir separados del resto de la población penal, entre otros beneficios logrados con la firma de dicha Acta.

Poco después, no bien posesionados Alan García y el APRA del Gobierno, esta Acta fue negada con el genocidio del 4 de octubre de 1985 en el penal de Lurigancho, donde fueron asesinados con premeditación, sevicia y vesanía, 30 prisioneros de guerra, quedando, además, 23 heridos de gravedad y más de 243 con diversas heridas. Los cadáveres no fueron entregados a sus familiares pese a existir un mandato judicial. Sin embargo, en lugar de sumirlos en el derrotismo y apelar a la lucha pasiva, este genocidio potenció la combatividad de los prisioneros de guerra sobrevivientes, quienes desarrollando una exitosa lucha el 30 de octubre, con toma de rehenes, lograron la firma de una nueva Acta que ratificaba la anterior de 24 puntos, pero a un nivel más alto ya que fue firmada por el Viceministro de Justicia y otras autoridades del Gobierno aprista. De ahí en adelante se desarrollaron campañas para desenmascarar, combatiendo y resistiendo, los nuevos planes genocidas que la reacción puso en marcha.

Dentro de ese marco general, y en medio de la celebración del Congreso de la llamada Internacional Socialista en Lima, es que el 18 de junio de 1986, a las 6 de la mañana, los prisioneros de guerra de El Frontón, Lurigancho y el Callao se levantaron en rebelión contra el nuevo genocidio que el Gobierno aprista había puesto en marcha, y que había sido denunciado y desenmascarado públi3camente ante los tribunales y ante las autoridades reiteradamente. Se rebelaron en defensa de la revolución y de sus vidas, ligando así la lucha reivindicativa y la lucha por el Poder, que son las 2 caras de una misma moneda, y considerando que la lucha reivindicativa debe servir a la guerra popular, demandaron 26 reivindicaciones justas y racionales, que en síntesis era el respeto a las actas del 16 de julio y 31 de octubre de 1985 para lo cual pidieron la formación de una Comisión integrada por autoridades, familiares y por sus abogados; y esto lo dieron conocer a los jueces de ejecución penal y fiscales de los 3 penales, quienes fueron impedidos de cumplir sus funciones por la orden del Consejo de Ministros presidido por el genocida Alan García, que dispuso el aplastamiento de la rebelión por las Fuerzas Armadas, a cuya dirección se sujetarían las Fuerzas Policiales.

El Ejército fue el encargado de desatar el genocidio en Lurigancho; bajo su mando, la Guardia Republicana atacó, con granadas de guerra, explosivos, tiros de bazuca y disparos continuos de fusiles pesados y ligeros el Pabellón Industrial antes de tomarlo por asalto y sacar al patio a los sobrevivientes, muchos de ellos heridos; les obligaron a echarse de cara al suelo y con tiros de gracia en la nuca y a carga de bayoneta los fueron asesinando, uno a uno; inclementes y con la vesanía propia de la bestia reaccionaria herida por los éxitos de la guerra popular, bebieron la sangre de los heroicos combatientes hasta el hartazgo para imponer la paz de los muertos, que según el propio Alan García habrían sido 100.

En el Callao, la encargada fue la Fuerza Aérea y, bajo su mando, la Guardia Republicana; con explosivos y fuego graneado de armas de asalto tomó el control del penal de mujeres asesinando a 2 prisioneras de guerra y golpeando brutalmente a las sobrevivientes, para luego secuestrarlas y llevarlas a la cárcel de varones de Cachiche, en Ica, donde permanecieron más de un mes antes de ser trasladadas a la prisión de Canto Grande en Lima.

En el Frontón, se consumó una siniestra venganza de la Marina de Guerra. Atacaron con furia por aire y mar para romper las primeras líneas de resistencia establecidas por los heroicos combatientes y permitir el avance por tierra de los pelotones de asalto encabezados por el criminal de guerra Agustín Mantilla, otrora siniestro Ministro del Interior. Hicieron uso a discreción de cañones de tiro corto, explosivos de demolición, tiros de bazuca, fusiles automáticos pesados y ligeros, granadas de fragmentación, y no pudiendo tomar el control del penal sino hasta después de 20 horas por la heroica resistencia librada por los prisioneros de guerra, pese a contar con una potencia de fuego extremadamente inferior a la del enemigo pero con una altísima moral de combate y enarbolando la ideología del proletariado. Caído el penal en las fauces reaccionarias, se ensañaron con los heridos y con los cadáveres de los 4combatientes caídos en acción. El Pabellón Azul quedó reducido a escombros; un número indeterminado de prisioneros de guerra fueron fusilados con salvajismo y más de 60 fueron secuestrados. Sólo quedaron 35 sobrevivientes reconocidos oficialmente. En total, en las 3 Luminosas Trincheras de Combate, fueron asesinados 250 prisioneros de guerra y presos políticos; verdaderos héroes del pueblo que nunca hincaron la rodilla ni se sintieron derrotados ante la superioridad transitoria del enemigo de clase.

Poniendo en alto este luminoso ejemplo de los héroes del pueblo, se estableció otro grandioso hito de heroicidad masiva con la heroica lucha librada por los 534 (403 varones y 131 mujeres) prisioneros de guerra y presos políticos en la prisión de Canto Grande entre los días 6 y 10 mayo de 1992 para evitar el traslado de nuestras camaradas a la prisión de Santa Mónica de Chorrillos, ejerciendo el justo derecho a rebelarse y defender la revolución y sus vidas con resistencia heroica, probando una vez más que a mayor resistencia, menor es el costo. El balance final de ese nuevo genocidio, perpetrado por Fujimori poco después de su autogolpe el 5 de abril 1992, fue de más de 60 prisioneros asesinados, y el posterior ensañamiento contra los sobrevivientes, muchos de ellos heridos de gravedad.

El genocidio del 19 de junio, al contrario de lo que la reacción esperaba, dio como resultado un verdadero triunfo político, militar y moral al Partido y a la revolución dándonos incluso un DÍA DE LA HEROICIDAD[1] como un monumento imperecedero que debemos evocar siempre para tenerlo muy presente a la hora de combatir y resistir dentro y fuera de las mazmorras de la reacción; al mismo tiempo que desenmascaramos y combatimos las pasivas «nuevas formas de lucha» impulsadas por el guzmanismo, como en el caso de la otrora tan pomposamente ensalzada «huelga de hambre»; y, al respecto, no olvidemos lo dicho por quien fuera el Presidente Gonzalo en la sesión preparatoria del II Pleno del Comité Central en 1991:

… y las formas actuales atan a la legalidad existente, las formas existentes son las que la ley permite para desaguar las luchas y atar a las masas, las huelgas de hambre son absurdas y luchas pasivas, paros pacíficos, métodos pacíficos de siervos, los paros se reducen a ridículo espectáculo de cuatro diputados, las formas de estos renegados, vendeobreros son los que el sistema permite, la ley permite, el problema es mover a la masa de abajo, desarrollar nuevas formas. Ligar la lucha obrera a lucha barrial, repeler la agresión, huelgas violentas, golpear directivos, volar plantas, así estamos abriendo paso a negar esa nefasta legalidad.

Inmediatamente después de la caída en prisión del señor Abimael Guzmán el 12 de septiembre de 1992, la línea oportunista de derecha, revisionista y capi5tuladora, se desarrolló vertiginosamente hasta convertirse en una desembozada y nefasta nueva línea revisionista que demolió el Partido y arrastró a muchos combatientes hacia el vertedero de la capitulación y la traición. Si leemos detenidamente sus panfletos y los limpiamos de toda la hojarasca que lo encubre; de toda la fanfarronería y verborrea barata que utilizan junto con un saludo a la bandera para declamar ante el pueblo promesas hueras, lo que queda al descubierto no sólo es su convergencia con otros revisionistas y oportunistas de la misma ralea sino, y esto es lo principal, queda al descubierto sus esperanzas de amnistía y alistamiento para servir al orden reaccionario burgués y participar en él. Durante la campaña electoral de 2001 dijeron, textualmente:


¡Pueblo peruano! Hoy, después de que la dictadura genocida vendepatria de Fujimori y Montesinos, que significó un mayor reforzamiento de tus cadenas, se ha hundido en el infierno y ha asumido un Gobierno de transición encabezado por Paniagua, se abre una posibilidad de democratización de la sociedad peruana y de solución política a los problemas derivados de la guerra interna. [*] [La subraya y cursiva es nuestra]


Hasta hoy seguimos preguntándoles, ¿cómo es que «se abre una posibilidad de democratización de la sociedad peruana»[3]? ¡No se oye, señor! Estos necios adoradores de la legalidad burguesa centran sus esperanzas sólo en las «bondades» y «dádivas» del podrido y caduco sistema reaccionario imperante que por turno transitorio encabezará, a partir del 28 de julio y si no hay sorpresas de gran calibre, Pedro Castillo y otros testaferros del neoliberalismo y la globalización

(…)

Doc en PDF (12 pág. en A5)

Ediciones Bandera Roja

19 de junio 2021

Gloria al día de la heroicidad
Gloria al día de la heroicidad

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