PROMOVER A LA BLANCA PALOMA MENSAJERA DE LA PAZ

El 2 de diciembre de 2020, a modo de simbólica serenata de cumpleaños dedicada al más habilidoso preso político del país, se desató en el Perú el llamado «Operativo Olimpo», alegórico epíteto consagrado a los dioses y semidioses de la capitulación y traición a la revolución peruana; «operativo» que sacó, momentáneamente, de circulación a casi 80 activistas del MOVADEF.

El MOVADEF surgió, según sus propios mentores, como un organismo que «nace con la compra del kit electoral en el 2009, es un frente de masas para participar en las elecciones, su objetivo inmediato es la amnistía y actuar políticamente al amparo de lo prescrito en el artículo 35 de la Constitución Política vigente…».

La capitulación de los ex dirigentes del PCP, poco después de ser detenidos en septiembre de 1992, y la posterior traición, refrendada por las llamadas Cartas, de septiembre y octubre de 1993 —que suplicaban a Fujimori «celebrar conversaciones que conduzcan a un acuerdo de paz, de cuya aplicación derive concluir la guerra que desde hace más de trece años vive el país»; a lo que, posteriormente, se añadiría con, mayor vileza aún, «necesidad insoslayable de la paz y la auténtica reconciliación nacional sin vencedores ni vencidos, sin venganzas, persecu- ciones y restricciones personales contra nadie»—, devino la articulación de un nuevo revisionismo peruano que hoy revive la tesis del carácter capitalista de la sociedad peruana, tesis sostenida por el trotskis- mo en los 60 y 70, para oponerse rabiosamente a la tesis maoísta sobre el desarrollo y la profundización del capitalismo burocrático en socie- dades semifeudales y semicoloniales como la nuestra; y, negando la validez universal de la revolución de nueva democracia, se ponen a la cola de la gran burguesía, de los grandes terratenientes de nuevo cuño y del imperialismo en general para aportar a la nueva reestructuración del anquilosado Estado peruano; de ahí que concurran, prestos y ladinos, con sus cantos de sirena en pos de avalar una nueva Constitución que apuntale la función y el carácter de clase del Estado reaccionario.

Los serviles dirigentes del organismo electorero llamado MOVADEF, siguiendo las precisas directivas de quienes los dirigen tras herrumbrosas bambalinas, defienden y desarrollan el programa de las evoluciones económicas y políticas inmediatas que se sustenta en la metafísica e idealista tesis de la «abolición del régimen económico neoliberal» y un servil e incondicional «gran plan económico» puesto al servicio del desarrollo del capitalismo burocrático; además, pretenden «cerrar heridas y contribuir a superar la fragmentación de nuestro país a través de una verdadera reconciliación nacional para llegar al bicentenario con un país reconciliado»; en pocas palabras, promueven la conciliación de clases para materializar sus anhelos de «participar del Poder de la reacción» y desarrollar la mal llamada y peor entendida «producción nacional»: su tan anhelado «simplemente capitalismo», para preservar el viejo orden y poder contribuir a la profundización del capitalismo burocrático.

Hoy, en medio de la crisis política que se desarrolla en nuestra patria con el zarpazo de la gran burguesía burocrática, vemos a los seguidores del camino revisionista en el Perú, lo mismo que los oportunistas y arribistas de todo pelaje político, cómo intentan cabalgar sobre las justas luchas del pueblo: envueltos en viejas y raídas banderas burguesas, tocando trompetas y lanzando al aire alaridos altisonantes contra la corrupción y a favor de la «convergencia» en torno a una «Asamblea Constituyente donde participen todos los sectores de nuestra sociedad sin discriminación alguna» para que redacte «una Nueva Constitución, Nueva Carta Magna que acabe principalmente con el régimen económico neoliberal»…

También vemos cómo la máquina del Estado levanta y promueve a la blanca paloma mensajera de la paz…

Lenin escribió:

Marx y Engels fueron los primeros en demostrar que la clase obrera, con sus reivindicaciones, es el resultado necesario del sistema económico actual que, con la burguesía, crea y organiza inevitablemente al proletariado. Demostraron que la humanidad se verá liberada de las calamidades que la azotan actualmente, no por los esfuerzos bienintencionados de algunas nobles personalidades, sino por la lucha de clase del proletariado organizado. Marx y Engels fueron los primeros en esclarecer en sus obras científicas que el socialismo no es una invención de soñadores, sino la meta final y el resultado inevitable del desarrollo de las fuerzas productivas dentro de la sociedad contemporánea. Toda la historia escrita hasta ahora es la historia de la lucha de clases, del cambio sucesivo en el dominio y en la victoria de una clase social sobre otra. Y esto continuará hasta que desaparezcan las bases de la lucha de clases y del dominio de clase: la propiedad privada y la producción social caótica. Los intereses del proletariado exigen que dichas bases sean destruidas, por lo que la lucha de clases consciente de los obreros organizados debe ser dirigida contra ellas. Y toda lucha de clases es una lucha política.

Y, sobre el Estado, instruyó:

El Estado es el producto y la manifestación del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase. El Estado surge en el sitio, en el momento y en el grado en que las contradicciones de clase no pueden, objetivamente, conciliarse. Y viceversa: la existencia del Estado demuestra que las contradicciones de clase son irreconciliables.

La necesidad de defender la vida y salud de los presos políticos queda claramente definida por el carácter de clase de los intereses que se defienden. Cada quien defiende a los suyos. La vacilación, el eclecticismo, el oportunismo conducen inevitablemente a la conciliación de clases; a la reconciliación sin vencedores ni vencidos; a la amnistía general que incluya a genocidas, asesinos y torturadores del pueblo.

¿Son los traidores amigos del pueblo?

¿Es el revisionismo parte del pueblo? O debemos desenmascarar- lo, combatirlo, profunda e implacablemente.

El nuevo revisionismo peruano y el oportunismo de toda laya, corrompidos y embrutecidos por la legalidad burguesa, han transformado la utilización de la legalidad burguesa en servilismo ante ella y se imaginan poder convivir en paz y justicia con sus amos y señores… a pesar que esa legalidad es constantemente violada por el propio Estado reaccionario.

Hay que comprender el carácter burgués reaccionario, contrarre- volucionario, de los «derechos humanos» que no son sino los derechos del hombre de la burguesía; y está probado, históricamente, que los llamados «derechos humanos» sirven a las clases opresoras y explotadoras que dirigen los Estados burgueses en general.

Para nosotros, los «derechos humanos» son contradictorios con los derechos del pueblo porque nos basamos en el hombre como producto social, no en el hombre abstracto con derechos innatos.

Como principio, frente a la represión, oponemos el cumplimiento estricto de las libertades y derechos del pueblo.

Los derechos del pueblo son obligaciones y derechos de clase al servicio de las masas y estos sólo podrán ser aplicados y garantizados en un nuevo Estado y una nueva sociedad; de esto no puede inferirse, de ninguna manera, la renuncia a la lucha porque el viejo Estado reaccionario cumpla con los derechos fundamentales arrancados por el pueblo y plasmados en su Constitución, en sus leyes y normas; hay que luchar, sí, pero no a la manera reformista, sino al modo revolucionario sin dejarse constreñir por los marcos de la legalidad burguesa; al contrario, hay que romperlos.

El Estado, como hemos visto, no es un aparato administrativo estatuido por encima de las clases; el Estado es una máquina para mantener la dominación de una clase sobre otra.

Estado peruano es un Estado burocrático-terrateniente, es una dictadura de la gran burguesía burocrática-compradora y de los grandes terratenientes bajo el mando y control del imperialismo.

Hay que desechar y barrer las ilusiones sembradas por los eclécticos y demás idealistas críticos de la democracia burguesa y su Constitución.

No aceptamos la benevolencia generosa ni el olvido ni el perdón; no aceptamos la llamada reconciliación nacional sin vencedores ni vencidos ni el borrón y cuenta nueva. ¿Con quién hay que reconciliarse?
¿Con los asesinos, con los verdugos del pueblo?

No luchamos por mitos ni utopías, combatimos por una nueva realidad, concreta y palpable.

 

Ediciones Bandera Roja
25 de diciembre de 2020

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